Ellos, que siempre se han definido como un colectivo de no-músicos, y a mi que, desde que me acompañan, me parecen unos músicos extraordinarios, capaces de trascender con su música y llegar hasta unos infinitos insospechables. Yo escucho sus canciones y me parece estar oyendo películas, leyendo libros y viendo mis propias obsesiones.
Se despidieron de los escenarios hace unos años diciendo que no era una despedida, solo querían descansar...
Desde entonces han ido surgiendo grupos paralelos, como
El Hijo,
Emak Bakia o los magníficos
Fantasy Bar y aunque todo recuerda a Migala, yo estoy deseosa de que regresen y nos sorprendan de nuevo.